Una de las aplicaciones más importantes de las metodologías que utilizamos en Sensum Finanzas es para valorar de empresas, y con ello llegar a acuerdos en materia de compra-venta. ¿Cuánto vale una empresa? Hay quien puede responder de forma muy sencilla a la pregunta: «lo que estén dispuesto a pagar por ella». Pero, si tuvieras que negociar la compra-venta de tu empresa, ¿cuánto crees que podrán pagar por ella, cuánto crees que vale o qué limites pondrías a la operación —tanto si quieres comprar como si quieres vender? Esas preguntas ya no son tan fáciles de responder, desde luego.
Responder con ciertas garantías y fundamentos a estas preguntas requiere de un trabajo complejo, conocer en profundidad el modelo de negocio de aquella empresa —o activo— que quieres vender —o comprar. Requiere de estrategia, requiere conocer muy bien el pasado, pero también el futuro. Requiere capacidad para integrar el amplio conocimiento del mercado y su potencial en el modelo financiero. Requiere construir desde lo micro, desde abajo, sin hacer atajos peligros.
¿Qué atajos? Uno de los mejores financieros del mundo, Aswath Damoraran, al que pudimos entrevistar en sintetia.com, nos dijo que hay un lado «oscuro» en la valoración de empresas. ¿Cuánto vale esta empresa? El lado oscuro surge cuando respondes a la pregunta a través de una comparación con alguna otra de referencia —otra empresa de un sector cotizada o sin cotizar, por ejemplo. Ese procedimiento tiene muchas debilidades, obvia el modelo de negocio y sus tripas. Esto puede infravalorar una empresa, o sobrevalorarla. Puede crear métricas sin precisión, sin rigor alguno y, sobre todo, te puede dejar muy indefenso en las negociaciones.
En nuestro libro, La burbuja emprendedora, hemos dedicado un capítulo entero a la valoración de empresas y a modelos que solemos utilizar dentro de nuestra caja de herramientas. A continuación resumimos algunas ideas sacadas del libro para comprender a qué cosas nos enfrentamos desde Sensum.
Métodos basados en el descuento de flujos de caja.
En esta metodología para valorar una empresa tenemos la madre de todas las batallas financieras. Ninguna más personalizada que esta, pero también ninguna más compleja y, a veces, difícil de comprender. A ver si logramos explicar sus fundamentos. En este tipo de metodologías el valor de una compañía se estima en función de la previsión de los flujos de caja (de dinero) que generará en el futuro. ¿Cuánto vendes? ¿Cuánto gastas? ¿Cuánto inviertes? ¿Cuánto dinero entra en tu caja y cuánto sale? Dime cuánta caja tienes, generas, gastas, usas y cómo la usas y te diré lo que vales. Pocos principios hay en finanzas más potentes: «la caja manda, sin caja no eres nada». Un negocio genera valor cuando genera caja hoy o en el futuro, bien porque la pongan los clientes (lo más sostenible o rentable) o bien porque la pongan los inversores (normalmente solo de forma temporal). Para conocer su valor actual, es decir, traer a fecha actual lo que se genera dentro de varios meses, a dichos flujos futuros se le aplica una tasa de descuento. Esa tasa con la que descuentas y conviertes en euros presentes los euros futuros, es un indicador fundamentalmente del riesgo de que esos flujos se materialicen de verdad.
Para entender el concepto de tasa de descuento piensa en que se trata de un indicador que mide la credibilidad que se otorga al dinero generado en el futuro. Si esa tasa es muy baja, estás asumiendo que efectivamente, vas a ganar mucha pasta en el futuro y el euro que me dices vas a ganar en dos años, lo valoro mucho hoy. En cambio, si descuentas mucho el futuro, lo que estás indicando es que no te lo crees. Tiene tanto riesgo que el futuro no sabes cómo será. Así que los euros que dices que vas a ganar en dos años, no me los creo, casi no suman en mi valoración de la empresa que hago hoy.
(…) este método se aplica para valorar una empresa con todas sus singularidades: cuánto vende o venderá, a qué precio, con qué margen, a qué plazo cobra, a qué plazo paga, cuánto se tiene que endeudar, qué recursos propios tiene… Da igual lo que hagan las demás empresas como ellas, lo que se evalúa es la singularidad del modelo de negocio de una empresa concreta en un momento concreto con la demostración de los hechos que puedas enseñar. Y esa fortaleza en la técnica de valoración te ofrece una potencia a la hora de conocer una empresa que hace realmente útil, y hasta deseable, trabajar bajo su filosofía para forjar estrategias financieras sensatas y con cierto grado de seguridad.
Pero no está exenta de lado oscuro. Como todo, si al modelo le das malos datos, ofrecerá malos resultados. Si asumes supuestos ilógicos, los resultados no serán creíbles. Este método requiere una nueva visión de las finanzas, más allá de la contabilidad y más allá de asentar facturas. Requiere un conocimiento profundo de todos los hilos que conectan el entramado de una empresa y la caja. Requiere conocer bien el mercado, la competencia, los riesgos y abrir escenarios no previstos.
Ante estas dificultades, donde el futuro prima sobre el pasado o el presente, donde lo nuevo es y será la diferencia, donde el mercado hay que descubrirlo y donde cualquier cambio puede aparecer por algún lado del barco en cualquier momento, ante estos casos solo podemos trabajar simulando futuro. Y los más recomendable es construir a través del método de flujos de caja. Es casi una forma de construir en laboratorio el modelo financiero de una empresa. Pero que se construya en el laboratorio no quiere decir que los supuestos, datos y análisis sean simulados en su totalidad. Esto exige un ingente trabajo de análisis y de investigación en todas las variables y métricas relevantes de cada empresa a valorar. A partir de ahí podemos simular escenarios:
¿qué pasa si el precio no puede ser tan alto? ¿Qué pasa si tardamos más en salir al mercado? ¿Qué ocurre si tardamos más en cobrar de los clientes? ¿Qué ocurriría si las inversiones se disparan? Son muchas las cosas que se podrían simular. De esta forma, como si estuviéramos en un simulador de entrenamiento de carreras, colocamos a los pilotos ante cosas que podrían pasar (y de hecho, pasan en la realidad). El indicador de referencia es la caja generada, el dinero que tienes en cada momento. Es casi como el nivel de oxígeno. Y vas comprobando qué le pasa a ese oxígeno ante cada cambio de variable relevante. Con eso vas aprendiendo sobre qué variables pueden influir de forma más sensible a tu empresa, y qué vas hacer para trabajar sobre ellas.
Claro que dejaremos muchos factores por analizar, también los pilotos en los simuladores. Necesitaremos salir ahí fuera y aprender sobre la marcha. Pero podemos trocear ese enorme riesgo en pequeñas parcelas y trabajando sobre esas parcelas vamos tomando los mandos de la nave. Mucho riesgo, mucha incertidumbre, pero el conocimiento profundo de lo que tienes entre manos, ayuda a tomar decisiones.
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En Sensum Finanzas tenemos una amplia experiencia en estas simulaciones financieras, en valoración de empresas y en trocear el riesgo, hacer estrategia con él y comunicarlo para que nuestros clientes extraigan el máximo valor en sus operaciones.
Contacta con nosotros (info@sensumfinanzas.com)
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